En el documental se muestra como un estupendo profesor Japonés, Toshiro Kanamori, enseña a los niños a ser felices.
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Esto hace que los niños aprendan a buscar en su interior, a mirar hacia sí mismos, a reconocer su individualidad y a dar nombre a sus emociones y por lo tanto a comprender las de los demás. Les enseña a pensar en el resto y en definitiva a ser felices creciendo a partir del respeto propio y ajeno.
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